Mirando la ciudad desde arriba me sentía como bajo los efectos de alguna droga. Con una pie apoyado en el borde del abismo sentía como todo en este mundo desaparecía. El aire movido en mi dirección por la presión atmosférica acariciaba mi rostro.
Con una sonrisa en mis labios salté desde el tejado de aquel edificio. El suelo se acercaba de prisa en un principio pero luego cambio de parecer, el tiempo comenzó a estirarse como una gomilla. Mientras bajaba tuve la oportunidad para reflexionar un poco. Pensé en todas las personas que me han hecho sentir algo bueno y luego en las que instigaban mis recaídas. Preferí borrar el dolor, ya me hizo aprender en su momento y su permanencia en mí era totalmente innecesaria.
Sonrisas, hubo muchas sonrisas. Me di cuenta de que durante toda mi vida me escondía de ellas. Y luego todas se redujeron a una. Me acordé de cuando ella entró con restos de lágrimas en los ojos y se acercó a mí. Me abrazó y me besó diciendo que a pesar de todo me quería. Fue la sonrisa mas sincera que me dedicaron o eso creía recordar, y aun así, rehuí aquella también.
El suelo se acercaba suavemente, me concentré en ralentizarlo un poco más. Cuando mis pies tocaron el asfalto el mundo se paró al fin. Otra prueba superada, pensé y chasqueé los dedos.