A veces creo ver a Lily en el porche de nuestra casa. Creo ver como su castaña melena se ondea debido al viento y su sonrisa hipnotiza mi ser. Aquella sonrisa que me movió a dejar la famosa vida de soltero, comprar esta casa y venir aquí a vivir con ella.
Cuando la veo ahí parada, sonriéndome, no puedo evitar sentir el calor dentro de mi pecho y empezar a andar hacia ella. Al abrazarla siento como sus pechos se aprietan contra mí. Y también siento su cálido aliento en mi cuello, escucho un leve susurro: te quiero.
Pero nada de esto puede ser cierto, Lily murió en aquel accidente de coche mientras veníamos de camino a esta casa a consumar nuestro matrimonio. Y aquí me veo abrazando el aire y soñando con no haber salido del coma.
Por las noches me despierto y la veo a los pies de la cama, mirándome. Me levanto despacio temiendo estropear el momento pero ,así de cruel es el destino, ella desaparece tan sólo dejando en el aire su olor. Me quedo en el sitio respirando el aire, intentando recordar el olor el máximo tiempo posible.
Hoy es nuestro primer aniversario. Vuelve Lily…
Y de nuevo la veo observándome en la noche, me sonríe y me extiende su mano. Intento tocarla y contra todo prognóstico siento su calor. Ella me agarra fuerte, tenemos poco tiempo. Me lleva de la mano al cuarto de los invitados donde nuestros alientos vuelven a empañar los cristales por última vez.
No volví a verla nunca más, tan sólo en mi imaginación donde a veces creo ver a Lily en el porche de nuestra casa.

Inspirado por la obra de Richard Taylor, "La mansión Monroe".